Anteayer encontré debajo de la cómoda de mi habitación un adaptador que me ha salvado la vida en el momento adecuado. Hacía casi dos años que no sabía de él.
A mí me hace gracia, primero porque apareció en el momento justo,
segundo porque se llama "burn, intense energy (marca registrada)".
A cambio perdí mi pendiente de plata.
A mí me hace llorar, perder mi pendiente de plata. Mi favorito.
Pero ahora está debajo de la cómoda y ya no hay retorno.
Qué curioso, la vida es una clara analogía.
En realidad es lo mismo, tan o más humillante.
Encuentras algo que necesitas en ese momento concreto
pero renuncias, siempre renuncias.
Y son renuncias cruciales, pérdidas gravemente mortales,
dolorosas y trágicas.
Pérdidas de plata.
Porque solo hay una vida, y solo hay un camino.
Y es que un simple adaptador no se puede comparar a un altamente cargado de valor sentimental pendiente de plata, lo que nadie imagina es que tal vez el adaptador sea una basura, pero conduzca a algo, a algo quizás mejor (pero qué digo) que un pendiente de plata.
No, imposible.
Pero y si me pongo a buscar como una loca.
Y si encuentro el pendiente.
Y si tengo el adaptador, con sus consecuencias,
y el pendiente de plata.
Y si, y si, y si.
Sí.
¿Sí?
¡SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ!
ResponderEliminarPuedes tenerlo todo, chiquitina.
Solo hay una vida, de acuerdo, pero hay también tantos caminos como puedas imaginar.
Ahora ya tienes el cachivache ese, quizás no precioso a simple vista, pero que puede sacarte a flote en innumerables ocasiones.
Ve a por tu pendiente de plata, ¡MALDITA SEAAA!