Punto primero, limitarse únicamente a lo que hay dentro de él.
Punto segundo, no realizar hipótesis, sino aceptar los hechos como verdaderos
y después, si hay tiempo, comprobarlos.
Pero limitarse únicamente a lo que hay dentro.
No buscar circunstancias externas,
no buscar excusas, no mirar qué envuelve,
sino únicamente valorar lo implícito, lo que hay,
y basta.
Y es lo que debe ser, aunque no sea.
Urge aplicar los dos principios
para ser un peatón,
para hacer justicia, para por fin
que sea felicidad
y no angustia,
que todas las personas tengan
ojos, nariz, boca,
manos,
a otras personas,
besos y caricias,
promesas,
alegría,
futuro.
El mundo estructuralista es dulce y triste,
arrastra al ser humano, lo somete.
Pero ¿y si es el único modo?
El estructuralismo es un cachorro que puede crecer
crecer mucho, y que lame y nunca muerde,
pero ¿y si crece demasiado?
El mundo estructuralista sería un mundo triste y feliz.
El mundo de hoy es triste y triste, triste hasta morir.
Aunque las personas seamos milagros.
Y es porque el mundo de hoy no tiene personas.
Si con el principio estructuralista se pueden formar personas
podemos dejar que mueva el mundo,
aunque sea sólo hasta que se acostumbre a ser feliz.
Desgraciadamente nunca he visto el méDOTO deductivo-estructuralista como una solución, més aviat como un problema.
ResponderEliminarMe gusta que vuelvan las entradas a lo Asensi, aunque sea en un mundo más triste y desdichado que nunca, en el que por fin, te veo feliz a rabiar.
Bonito :)
ResponderEliminarMés aviat, crec que tens raó, ché.