Fuera, fuera.
Por lo menos hasta la desintegración del universo personal.
Es malvado y cruel.
Es sintomático de la afectación anómica.
Pero es que. Pero es que.
La tristeza está ahí clavada, y no se irá
mientras la promesa sea nube.
Llega el cambio de pilas,
el pistoletazo de salida.
Venga, ya está bien.
Viva la consciencia.
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