Sabes, si me paro a pensar salta una inquietud incómoda.
Desearía explosionar e implosionar
y detesto las horas que se suceden una tras otra
una tras otra
hasta succionar cada ápice de libertad.
Impondría otro sistema tempórico,
pero la gente me vería como una pretenciosa aspirante a Dios,
y por eso me reservo.
Ese sistema se basaría en algo muy diferente a los minutos,
pavorosamente diferente,
más cercano a los pasos.
Si cada paso fuera un avance en el tiempo,
la gente, tan necesitada de él,
no dejaría jamás de caminar.
¡¡¡EXISTENCIALISMO!!!
Empápame con tus aguas seminales y rabiosas
y empújame al mundo sin tiempo monotémporo.
Un saludo a Jean-Paul
y a su señora.
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