Eso que sientes te deja ahí, permanece mientras te pierdes entre trivialidades necesarias.
Eso que no es sino el límite, un acercamiento a la muerte, que acecha como un animal manso y devastador.
Solo en tu garganta y en la arteria que va del corazón al rostro percibes la muerte. La muerte de veras.
Y permanece sobre la noche, sobre la luz y mañana y calor y es tarde y quiero ver una película pero no. Permanece porque es el límite definitivo y está muy cerca.
Y si.
¿Tú quién eres? ¿Por qué tú sí?
Ahí se rompe el lazo.
Ahí se rompe el.
Ahí se rompe.
Ahí se.
Ahí.
La muerte de veras aparece.
En la línea de este lado solo quedan veinte años de ausencia de cualquier ínfimo cuestionamiento.
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