Escritura como catarsis.
Todavía no ha comenzado nada, pero la amenaza se esconde tras la duda.
Si me voy, ya no existirán cadenas.
Si me voy, para bien o para mal, la libertad (sí, esa palabra hueca, ese concepto inexistente)
se abrirá ante mí como si realmente estuviera viva.
Y quizás exista cuando se habla de uno mismo.
Si me voy para mal, el sufrimiento me mostrará todos los desengaños.
Si me voy para bien, puede ser el nacimiento de lo invencible.
En cualquier caso, si me voy, seré yo sin trabas.
Todavía no ha comenzado, pero ojalá comience.
El miedo resulta asfixiante pero imprescindible.
La escritura catártica, a veces, no da resultados.
Quizás en algún momento la necesite para aliviarme de plenitud.
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