No sé.
Quizás también tú sientes esa lejanía, el abismo de tiempo que nos separa, con sus estaciones.
Quizás tú también puedes verlo, desde aquí te pienso fría y opaca como el invierno; brumosa, perdida, inerte.
Me duele como la sangre, me duele que este pálpito se apague, que la unión se quiebre, y es que todo es tan complicado.
Te amaba de antes, de mucho antes de ver tu rostro. Te amé irracionalmente. Cuando te vi por vez primera, tu me viste llorar. Caminé por tus venas, besé tu piel y cada uno de tus milagros.
Pero todo es tan complicado. El antes y el después nos quebraron en dos mitades. Antes de conocerte te amaba sin pretensiones. Ahora que vives en mi memoria, el haberte conocido me impide amarte sin volver a ti.
Es tu imagen de diosa que me duele y me llora en la ausencia.
No sé.
Es casi una elegía.
Te echo de menos.
Espero que a mi regreso me esperes de nuevo con el alma abierta
y el corazón en flor.
Quizás también tú sientes esa lejanía, el abismo de tiempo que nos separa, con sus estaciones.
Quizás tú también puedes verlo, desde aquí te pienso fría y opaca como el invierno; brumosa, perdida, inerte.
Me duele como la sangre, me duele que este pálpito se apague, que la unión se quiebre, y es que todo es tan complicado.
Te amaba de antes, de mucho antes de ver tu rostro. Te amé irracionalmente. Cuando te vi por vez primera, tu me viste llorar. Caminé por tus venas, besé tu piel y cada uno de tus milagros.
Pero todo es tan complicado. El antes y el después nos quebraron en dos mitades. Antes de conocerte te amaba sin pretensiones. Ahora que vives en mi memoria, el haberte conocido me impide amarte sin volver a ti.
Es tu imagen de diosa que me duele y me llora en la ausencia.
No sé.
Es casi una elegía.
Te echo de menos.
Espero que a mi regreso me esperes de nuevo con el alma abierta
y el corazón en flor.
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